Como cualquier otra disciplina y ámbito de conocimiento, también la arqueología se ha ido adaptando y beneficiando, durante las últimas décadas, de la aparición de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC). La informática ha permitido mejorar una serie de tareas, a veces muy mecánicas, que ya se hacían con anterioridad, y ha proporcionado una mayor rapidez y, sobre todo, una calidad superior de los resultados. Por otra parte, una de los grandes ventajas de la revolución digital es la capacidad de almacenar grandes volúmenes de datos de forma rápida y sencilla, unos datos que se pueden reutilizar de diversas formas. De forma general, los arqueólogos han detectado un cambio profundo, especialmente en las siguientes esferas de aplicaciones informáticas:
a) Registro de datos (sobre todo dibujo e imagen)
b) Bases de datos
c) Sistemas de información geográfica (SIG)
d) Realidad virtual
e) Comunicación por internet
La adquisición de nuevo equipamiento y software informático ha hecho posible agilizar y mejorar estos procesos y ofrecer un amplio abanico de posibilidades y productos, impensables hasta hace pocos años.
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