Nueva campaña de excavación en el yacimiento de Coll del Moro, un asentamiento íbero fortificado de unos 3.350 metros de la tribu de los ilercavones, que se encuentra en el municipio de Gandesa (Tarragona) y que forma parte de la Ruta de los Íberos.
Los trabajos forman parte del proyecto de investigación UB-ICAC «Formación, desarrollo y disolución de la cultura ibérica en el curso inferior del Ebro (s. IX-I a.C.)», dirigido por Rafel Jornet (UB – Món Iber ROCS), Maria Carme Belarte (ICREA-ICAC), Jordi Morer (Món Iber ROCS), David Asensio (UB – UAB – Món Iber ROCS) y Joan Sanmartí (UB). Con la financiación del Departamento de Cultura de la Generalitat de Catalunya y el Ayuntamiento de Gandesa.
La campaña de excavación de 2019 (del 8 al 27 de julio) será fundamentalmente de dibujo y documentación de estructuras. Durante la primavera de 2019 se realizó una intervención preventiva en el yacimiento para retirar las terreras antiguas y acondicionar el área de acceso. Ahora, se completarán estos trabajos previos y se documentarán las nuevas estructuras descubiertas durante la última intervención. También se prevé la limpieza de las áreas excavadas de antiguo para completar el registro y documentación del conjunto de estructuras.
Los trabajos de excavación en esta zona se retomaron en 2014, en el marco del proyecto «El primer milenio a.C. en los territorios del curso inferior del Ebro: la formación, desarrollo y disolución de la cultura ibérica 2014-2017», liderado por la Universidad de Barcelona y con la participación del ICAC.
Hasta ese momento, las intervenciones (iniciadas en los años 70) se habían centrado en el área norte, el área de la torre o fortín de Coll del Moro y en estructuras cercanas, pero el hábitat se conocía poco. La ampliación de la zona de excavación permitió localizar los restos de un sector de hábitat del siglo III a.C., con numerosos vestigios de cimientos de casas y calles.
La tercera campaña de excavación (2016) permitió documentar un conjunto de estructuras interpretadas como un molino de aceite del siglo III a.C., el más antiguo de Cataluña, que pertenece al ibérico pleno y se abandonó hacia el año 200 a.C. Por encima hay una fase posterior, romano-republicana, del 125 a.C. aproximadamente.
Los últimos trabajos arqueológicos se han centrado en la excavación de la llamada «zona 2»: un conjunto de edificios complejos formados por un cuerpo rectangular, con distintos ámbitos y adosado a un probable muro exterior. Las edificaciones se comunican entre sí mediante unos recintos absidales que, probablemente, tenían una función defensiva.
El más oriental es el edificio excavado a finales de los años 80 por Núria Rafel e interpretado como un taller de lavado de lino y producción textil. En las últimas campañas de excavación se han recuperado abundantes materiales arqueológicos, entre los cuales destacan los grandes contenedores cerámicos y los pesos de telar, así como restos carpológicos (sobretodo abundantes semillas de Vitis vinifera –semillas de uva). Los resultados de las intervenciones indican que esta zona del yacimiento tiene un marcado carácter económico y artesanal.
También se han encontrado otros restos de posible tipo productivo, pero de función incierta (un depósito, un posible horno…). En una de las habitaciones del complejo se encontró un ritual de fundación que podemos describir como un recorte en la roca natural en cuyo interior había depositados una piedra pulida, un fragmento de cerámica y un hueso de cerdo. En el mundo ibérico, los rituales de fundación eran una práctica habitual para conseguir la protección de los dioses.
Paralelamente a los trabajos de excavación, se ha prospectado en el área situada inmediatamente al norte del yacimiento, donde se documentan indicios de ocupación coetáneos encima de una superficie de varias hectáreas.