Una exposición divulgativa muestra material arqueológico excepcional recuperado del fondo de un pozo de la ciudad de Iesso.
El Museo de Guissona inauguró, el pasado mes de setiembre de 2019, la exposición itinerante “Un tesoro sumergido. Materiales arqueológicos del pozo del edificio extramuros del Parque Arqueológico de Guissona, excavado en 2017”. La muestra exhibe las piezas de fauna, la vegetación y los objetos de madera, cuero o mimbre extraídos del fondo de un pozo de más de seis metros de profundidad que durante casi 2000 años se ha mantenido lleno de agua, de forma constante; hecho que ha contribuido a la buena conservación del material arqueológico.
Este mes de febrero, la exposición itinerante se desplaza a la Universidad Autónoma de Barcelona. La muestra estará expuesta en la Sala de Revistas de la Facultad de Filosofía y Letras, del 4 de febrero al 20 de marzo de 2020. El acto de inauguración de la exposición será el 11 de febrero de 2020.
Comisarian la exposición las doctoras en arqueología clásica Núria Romaní y Esther Rodrigo, y el historiador David Castellana, director del Museo de Guissona.
La muestra proviene de la investigación que se ha hecho durante dos años en el Parque Arqueológico de Guissona. Concretamente, el estudio de una parte de los restos encontrados con las excavaciones hechas en uno de los pozos del municipio romano de Iesso, que actualmente corresponde a la población de Guissona. Por su singularidad, cantidad y buena conservación se trata de un material de estudio único y excepcional.
El pozo de donde salieron los restos estaba situado en la parte exterior de la ciudad romana de Iesso (s. I a.C.), tocando la muralla, en un edificio que muy probablemente hacía las funciones de hostal. En un momento concreto, el edificio y en consecuencia el pozo, fueron abandonados y los escombros constructivos del edificio, en parte, lanzados al fondo del pozo para así taparlo. Entre los escombros, también se tiraron animales como perros, vacas, un caballo, ovejas, cabras y cerdos, y animales pequeños como roedores, aves de corral, pece, anfibios y tortugas de tierra. También cayó el mismo cubo que se utilizaba para extraer agua del pozo y que una vez recuperado y restaurado muestra una gran calidad y belleza. Los restos de polen, semillas y frutos también recuperados de entre los escombros y el agua – algunos excepcionalmente conservados -, permiten conocer cómo era el paisaje y las condiciones ambientales de la Plana de Guissona de hace 2000 años, poco diferentes de las actuales.
El equipo de arqueología clásica de la Facultad de Filosofía y Letras de la UAB ha dirigido el proyecto de investigación arqueológica en esta ciudad romana de las tierras de Ponente desde el año 1990 hasta el momento presente, gracias a la conjunción y la suma de esfuerzos de todos los agentes implicados.
El ICAC forma parte de este equipo y ha ido formando parte de los proyectos de investigación desarrollados en los yacimientos arqueológicos de Guissona, en el marco de la línea de investigación del grupo MIRMED-GIAC. Así mismo, participa también en el curso de arqueología que cada verano tiene lugar en Guissona. Actualmente, Guissona cuenta con un Parque Arqueológico inaugurado el 2011 y financiado con un fondo FEDER.
Los resultados de la investigación nos dibujan una ciudad de la provincia Tarraconense fundada a finales del siglo II a.C. con una extensión de unas 18 ha. y que perdurará como un municipio romano hasta prácticamente el siglo VII d.C. que se benefició bastamente de la riqueza hídrica del subsuelo de la Plana de Guissona. En las noticias posteriores a la conquista cristiana ya nos aparece bajo el nombre de Guissona, como uno de los primeros pueblos de les tierras de Ponente que ha perdurado hasta la actualidad.
En el caso concreto de la exposición itinerante que ahora se podrá visitar en la UAB, cabe especial mención a la excepcionalidad del conjunto de restos faunísticos, que se erigen sin lugar a dudas como uno de los hallazgos más relevantes de todo el material documentado en el pozo del hostal, entre los cuales podemos encontrar desde grandes animales, como el caso del cráneo de caballo que podremos ver expuesto, como de animales de tamaño pequeño.
Los restos paleocarpológicos, es decir, los restos arqueológicos de semillas y frutos, muestran un grado de conservación realmente excepcional. Si bien su estudio aún se encuentra en una fase preliminar, podemos observar la presencia de huesos de melocotón, de ciruela o de oliva, frutas de cáscara como nueces, almendras y sobre todo, destacar la abundante presencia de semillas de uva.
Los resultados provisionales del análisis taxonómico de los materiales arqueológicos de madera orgánica complementan los datos aportados por los análisis palinológicos y polínicos, con presencia de restos de madera informe de artemisa, enebro, laurel, madroño, roble o saúco.
Con el apoyo de: Universitat Autònoma de Barcelona, Departament de Cultura de la Generalitat, Facultat de Filosofia i Lletres de la UAB, CORE, Campus d’Arqueologia de la UAB, Ajuntament de Guissona, Institut d’Estudis Catalans, Ministerio de Ciencia y Innovación.