Un equipo liderado por el IPHES está llevando a cabo una intervención arqueológica en la cueva 338 (o «Catau de l’Os»), en el Forat de l’Embut, situada a 2.250 m, en un enclave estratégico de los Pirineos, a medio camino entre el valle de Núria y la cima del Puigmal, el pico más alto de la zona.
Del 26 de agosto al 6 de septiembre, un equipo del Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES) y del Área de Prehistoria de la Universidad Rovira i Virgili (URV), bajo la dirección de Carles Tornero y Eudald Carbonell, está llevando a cabo una excavación en extensión en la cueva prehistórica 338, en el Parque Natural de les Capçaleres del Ter y del Freser (Queralbs, Ripollès), en el marco de un proyecto de investigación en colaboración con el Instituto Catalán de Arqueología Clásica (ICAC).
Más de 10 años de investigación arqueológica del GIAP en los Pirineos
Los trabajos del equipo GIAP del ICAC, liderados por Josep Maria Palet (actual director del Instituto), junto con Hèctor A. Orengo y Arnau Garcia-Molsosa, documentaron por primera vez el 2012 la ocupación de la cueva 338 en el neolítico medio en el 4º milenio a. n. e., un hallazgo extraordinario que constituía la ocupación humana más antigua documentada en el valle de Núria hasta el momento.
La campaña formaba parte del proyecto de investigación InterAmbAr (2010-2012), financiado por el Ministerio de Ciencia y coordinado con el subproyecto I+D de Paleoambiente del CSIC (dirigido por Ramon Julià, del Instituto de Ciencias de la Tierra Jaume Almera – CSIC, y Santi Riera, del SERP-UB).
El equipo GIAP tiene identificada la cueva en el valle de Núria desde 2012, documentada en el neolítico medio y reocupada en fase altomedieval.
Los resultados sobre la ocupación humana en el valle de Núria y en el valle de Coma de Vaca motivaron nuevos proyectos de arqueología del paisaje en estos espacios altimontanos, con la inclusión de estudios paleoambientales y nuevas intervenciones en las que se investigaron muchos otros puntos de interés arqueológico en el área analizada, y que permitieron evidenciar la profunda antropización de estos espacios desde hace cerca de 7.000 años.
En este contexto, y en el marco del proyecto SUMA, el ICAC y el IPHES organizaron una intervención conjunta en 2017, codirigida por Josep Maria Palet, Lídia Colominas y Tania Polonio del equipo GIAP. En esta intervención se desarrollaron diferentes trabajos de diagnóstico por sondeo en los depósitos y se pudo corroborar la existencia de importantes ocupaciones prehistóricas en la entrada de la cueva.
Podéis ver más información sobre los resultados de esta intervención conjunta aquí: «Hem posat les bases per patrimonialitzar l’arqueologia de Núria» (ICAC, 12 de enero de 2018).
En busca de las primeras poblaciones humanas en el Pirineo
Los restos recuperados en la cueva (entre otros, cubetas de combustión para la explotación de malaquita, combustible vegetal carbonizado, fragmentos de los animales consumidos o vasos cerámicos elaborados a mano) indican un uso de la cavidad desde el neolítico medio hasta la edad media, es decir, desde hace unos 5.500 años.
Históricamente, el área donde se sitúa la cueva 338 ha sido estrechamente vinculada al uso ganadero de los extensos prados del entorno durante la temporada estival, como refugio natural de los pastores que acompañaban los rebaños, generalmente de ovejas.
Uno de los objetivos de la actual intervención es conocer el uso que tuvo la cavidad por parte de las primeras poblaciones humanas que la utilizaron.
Una de las hipótesis de trabajo de la intervención que se inicia ahora es contrastar si las primeras ocupaciones prehistóricas documentadas en la cueva ya estaban asociadas a esta actividad ganadera de los espacios de alta montaña, y corroborar si esta cavidad pudo tener otras funciones y usos.
Otros yacimientos prehistóricos documentados en una altura similar y en otras áreas de la cordillera pirenaica se localizan en pequeños abrigos o estructuras con cimientos de piedra al aire libre, habitualmente con registros arqueológicos mal preservados por la acidez de los suelos y la mayor exposición de sus depósitos a la intemperie. La buena conservación que se observa en la cueva 338 hace probable la recuperación de un registro único y excepcional en esta altura.
Además de la excavación, el proyecto incluye un plan de protección de la cavidad para la salvaguarda, así como la difusión de los resultados que aporte la investigación científica relacionada; recursos que serán de utilidad para el Parque Natural de les Capçaleres del Ter y del Freser.
El ICAC ya ha desarrollado diferentes actividades de transferencia y difusión para poner en valor el patrimonio arqueológico de las cabeceras de los rios Ter y Freser, a partir de los resultados de las más de diez campañas arqueológicas llevadas a cabo en esta zona por el ICAC. Un buen ejemplo lo son las arqueorutas, diseñadas por Josep Maria Palet y Pau Olmos, disponibles como itinerarios de interés arqueológico en el Parque Natural de les Capçaleres del Ter y del Freser desde 2018.
La excavación se realiza en el marco del proyecto cuadrienal «Arrels prehistòriques de la transhumància a l’Alt Ripollès: projecte arqueològic 2018-2021» (CLT009/18/00048), con el apoyo del Departamento de Cultura de la Generalitat de Catalunya y del Ayuntamiento de Queralbs; bajo la dirección de los arqueólogos Carles Tornero (investigador postdoctoral María de Maeztu en el IPHES) y Eudald Carbonell (catedrático de Prehistoria de la URV e investigador del mismo centro).
El proyecto Arrels está codirigido por Carles Tornero y Eudald Carbonell, del IPHES, y cuenta con la participación del ICAC, con los investigadores del equipo GIAP Josep Maria Palet, Lídia Colominas, Pau Olmos y Tania Polonio.
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