La arqueología del paisaje es la disciplina que se ocupa de la interpretación y el conocimiento de los espacios culturizados y del registro arqueológico que los caracteriza. Desde esta perspectiva, los paisajes constituyen expresiones culturales, territorios culturizados, vividos y conceptualizados, producto de las actividades humanas a lo largo del tiempo y, por tanto, son la expresión de las sociedades y de los procesos históricos que los han configurado.
Los objetivos de la línea de investigación van más allá de una arqueología de los asentamientos o del estudio espacial del asentamiento, ya que interesa estudiar los paisajes culturales en todas sus dimensiones: medioambiental y social o humana. La dimensión social y humana del paisaje comprende, además, varias esferas: los asentamientos y la dinámica del poblamiento, los espacios agrarios y su estructuración, y la conceptualización de los espacios como entornos simbólicos. Dos hilos conductores con fuertes implicaciones metodológicas definen hoy la arqueología del paisaje:
- La problemática de la dialéctica medio natural – medio humano, es decir, la matriz medioambiental de la acción humana y la incidencia de la acción antrópica en la evolución de los paisajes. Esta variable hace necesaria una organización interdisciplinaria de la investigación.
- El carácter diacrónico del paisaje, como realidad dinámica en transformación, un factor que condiciona un planteamiento diacrónico, de largo plazo, de la investigación.
En este sentido, existe un consenso sobre el método de análisis a seguir, que debe ser sistémico e integral. Es decir, la investigación en arqueología del paisaje debe ser pluridisciplinar y diacrónica, de modo que en los programas y proyectos de investigación pueden intervenir especialistas de todas las disciplinas interesadas en el espacio rural.
En las últimas décadas, la arqueología del paisaje ha tenido una aplicación muy remarcable en el ámbito de la arqueología clásica, en el estudio de los territorios de las ciudades antiguas. Hasta entonces, el discurso histórico se fundamentaba en las fuentes escritas y epigráficas. Actualmente, con el desarrollo de los nuevos métodos y técnicas, con la aplicación de la fotografía aérea, de los nuevos productos cartográficos, de las prospecciones arqueológicas y los estudios paleoambientales, las ciencias de la antigüedad se han abierto plenamente a esta nueva disciplina.
Consulta los proyectos asociados